MI ÚLTIMO ROUND
LARGOMETRAJE
Dirección: Julio Jorquera
Reparto: Roberto Farías, Hector Morales, Manuela Martelli, Gonzalo Robles, Tamara
Acosta, Alejandro Trejo, Victor Rojas, Armando Navarrete, Ariel
Mateluna, Luis Dubó, Cristian Farias, Yamila Reyna.
Duración: 96'.
Nacionalidad: Chile.
Año de producción: 2010.
Sinopsis: La amistad entre dos hombres convertida en una relación de amor –casi
inesperada, casi desesperada– que los lleva del sur de Chile hasta
Santiago, y los pone a prueba en cada momento de su romance. Hugo, de 20
años, desorientado por la muerte de su abuela, ingresa en un gimnasio de
entrenamiento para boxeadores y conoce a Octavio, púgil maduro, que
también trabaja como peluquero de sus colegas. El cruce de ambos dispara
una tensión amorosa que se tratará de resolver con un viaje, para
terminar retratando con frontalidad la crisis diaria de una pareja en un
contexto social adverso, alienante.
La ópera prima de Julio Jorquera se
presenta como un relato homoerótico que, si bien transita por varios
tópicos de la cultura gay actual, logra dar una perspectiva distinta,
más dinámica, con cierta densidad sociológica y sin un programa
ideológico prefijado. Y se sumerge sin pudores en un tema tabú, como es
el de la presencia del deseo y la mirada homoerótica dentro del viril
universo del boxeo.
Temática: Gay.
VO en castellano.
Palmarés:
Premio MovieCity, Festival Internacional de Cine de Valdivia, 2010.
Mejor interpretación, Festival de Cine Gay “Queer Lisboa”, Portugal, 2011.
Mejor película, Mejor Banda Sonora, Mejor Fotografía, Festival de Cine Chileno Quilpué, 2011.
Crítica de Antonella Estévez:
"La opera primera de Julio Jorquera probablemente va a ser catalogada en
nuestro país de cine romántico gay. Eso sería un error, ya que no es el
romanticismo lo que aquí prevalece. No hay en este relato un esfuerzo
por idealizar ni las almas, ni los cuerpos, ni la relación de los
personajes. Esta es más bien una historia opaca, que expone las
limitaciones de sus personajes y de la realidad en que están insertos.
Dos hombres de Osorno, de antecedentes humildes y sin mucho que perder,
viajan a la capital en busca de un futuro más promisorio. Van juntos,
acompañándose, se quieren, aunque no existe en la trama un énfasis en el
coqueteo, ni en los fuegos de artificio del enamoramiento, la realidad
que les toca a estos hombres no les da espacio para esos lujos.
Jorquera
es eficiente a la hora de crear para el espectador esta realidad
limitada y gris. Desde la lluvia que incesantemente cubre la provincia y
que los acompaña a Santiago, los cielos grises y los paisajes poco
amables, no dan lugar para la postal. Los espacios a los que estos
hombres tienen acceso no son aquellos de los que Chile se enorgullece,
pero son los que habitan en la gran mayoría de los chilenos. La película
no se sitúa como una denuncia respecto a esta situación, la toma –y la
muestra- como algo dado, he allí su interés. Desde la imagen inicial,
húmeda y ahumada en la ventana sureña, hasta la decadente vista de la
ventana capitalina, el deambular del filme se construye desde lo ajeno,
desde la mirada de aquel que no se atreve a soñar con nada más que la
sobrevivencia digna.
No hay en Mi último round esa distancia
caricaturesca que, lamentablemente, en nuestro cine se ha repetido
insistentemente respecto al mundo popular. Los personajes –todos- están
bien construidos, tanto desde la dirección como desde la actuación. No
son personajes miserables, ni extremos, son gente corriente, con luces y
con sombras y eso está trabajado con habilidad desde el guión. Son
creíbles, y lo más importante, son queribles. Y –aunque hoy parece que a
parte importante del cine independiente se le olvida- es esa conexión
emotiva entre personajes y audiencia lo que el público espera de la
mayoría de las películas. En ese sentido Jorquera y equipo sorprenden
gratamente, la película correctamente construida, permite al espectador
entrar en esta realidad –realidad que para muchos, tampoco es tan ajena-
e interesarse por el devenir de este amor duro y dulce a la vez.
Probablemente
este filme va a recibir elogios por su puesta en escena - las escenas
de boxeo están particularmente bien logradas-, y va a llamar la atención
por instalar en Chile una historia de amor entre varones en un contexto
masculino como el box. El mérito principal de Mi último round es que
siendo todo lo anterior cierto, es sólo parte de un entramado más
complejo que permite al espectador salir del cine con la impresión de
que fue testigo de una historia conmovedora, algo que cada vez es más
raro en el cine chileno."